Una
caja mal cerrada, como yo.
Un dolor insufrible que quiere llorar pero no llora.
Como una caja mal cerrada, que quiere protegerse de lo exterior a ella pero no
sabe,
o no puede luchar por lo que lleva dentro.
Y la
miro desde abajo.
Veo como aquella esquina no termina de encajar.
Y aunque quiero,
no quiero cerrarla.
Como una masoquista que se mira en el espejo cuando llora.
Como si la de enfrente fuese otra a la que hay que consolar.
Pero
aunque miraras en cada esquina de mi habitación,
no la encontrarías, aquella esquina desencajada de su lugar.
Quizás porque yo la cerraría para que no lo vieras.
O quizás porque aquella esquina, en realidad, no estaría abierta para cualquier
corazón.
Aunque
la que tiene miedo puede que sea yo,
como una caja mal cerrada por equivocación.
Que a veces quiere llorar pero no llora.
Quizás porque no sabe,
o no puede luchar por lo que lleva dentro.
Como una masoquista que se mira al espejo cuando se echa de menos.
Como si la de enfrente fuese otra a la que hay que consolar.
Sin querer
o queriéndose más.